martes, 27 de noviembre de 2012

Y aprendí.
Ella me enseñó que así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidiría triunfar, y así fue. Decidí no esperar a las oportunidades sino buscarlas yo misma, decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución, decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Ella me lo enseñó, y también me enseñó que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos. Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer no ganar, me enseñó que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir, que con esfuerzo y dedicación lo conseguiría. Y gracias a ella yo sola aprendí que el mejor triunfo que podía tener es que estuviese a mi lado.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, "el amor es una filosofía de vida". Me enseñó a querer. Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad. Desde aquel día no solo duermo para descansar, ahora también duermo para seguir soñando. Pero además también me enseñó que es cuestión de tiempo, solo eso. Del tiempo y de nosotros claro. El tiempo lo coloca todo. Hace que confíes o desconfíes, que creas o no creas, que llores o sonrías, que luches o te rindas, que quieras o no quieras. A veces hace daño. A veces agobia. No te deja disfrutar de esos pequeños instantes que pasan tan rápido en los cuales desearías que se parasen todos los relojes. Y cuando quieres que vaya rápido, va lento.
En su caso el tiempo ha conseguido como ella dijo que confié que crea, que sonría, que luche, en definitiva que quiera, que quiera y que aprecie cada minuto de la vida que tengo. Sí, es así como ella me enseñó...
El tiempo es inesperado, y sin embargo todo depende de él. También es arriesgado, incluso peligroso. Esas milésimas de segundo que viven con nosotros como un beso, una mirada, una sonrisa, una lágrima, un abrazo. Y en la mayoría de los casos, lo mejor es echar al tiempo un pulso y coger aunque sea unos segundos de ventaja para ir por delante de él y  poder disfrutar incluso de las cosas "feas".
¿Pero sabéis que? que también me enseñó que ser lo que yo siento me llevaría mi tiempo, que para demostrar tienen que dejarte hacerlo. Como ella decía solo tenía que relajarme, y dejarme ser yo misma en cada paso, así saldría lo bueno, lo malo, y lo regular. Así saldría yo. Y ¿qué hay más hermoso que conseguir ser totalmente auténtica?
Me hizo entender que estaría conmigo en cada sitio dónde la luna brillase con fuerza, aunque yo no la viese. Me dijo que nos quedaba un gran trayecto, o que al menos a mí sí (se reía). Sin destino fijo, sin rumbo concreto, lleno de ilusiones, de sonrisas, de gente buena y de gente mala. Me dijo que aprendiese al máximo de cada experiencia porque aunque ésta esté mojada, en algún momento secará, y que aunque no lo crea una persona necesita sentir alguna vez el "dolor" para encontrarse a sí misma y valorar las cosas. Y hasta que empecé a escuchar sus palabras y la sabiduría que transmitía cada arruga en su rostro, pensaba que todo se podía reducir a una probabilidad o a un porcentaje, que todo podía ser sí o no según la suerte y lo que fuese probable. Pero ella me hizo ver más allá. La vida no es tan simple, y aunque muchos crean que todo se reduce a un golpe de suerte, detrás de eso que muchos llaman suerte hay mucho más.
 Ella decía que cada uno crea su propia suerte y lo bueno o lo malo que venga acompañado de ésta son simplemente circunstancias con las que hay que aprender a vivir, ¿cuánta gente está peor que nosotros? decía. Mi suerte es teneros y aunque no sea una persona con dinero, con padres, o con marido por circunstancias de la vida, soy una persona muy rica por seguir hoy aquí a vuestro lado.
Ella me enseñó que hay cosas que no se pueden medir. ¿Qué porcentaje puedo usar para medir lo que quiero? ¿Un cien? se le quedaba corto, para ella el amor era incondicional. Y es que me enseñó día a día que los únicos errores que cometemos en la vida son las cosas que no hacemos por miedo, por vagancia, por indecisión. "Puede ser que la vida no sea la fiesta que esperas Paula, puede que no te vaya bien, puede que caigas, pero promete que lucharás para levantarte".
Tú no has elegido la vida que te ha tocado vivir, ninguno de nosotros, pero exprímela al máximo, sé feliz o inténtalo. Intenta hacer siempre lo que quieras, pero recuerda que siempre habrá gente a la que debas algo y gente a la que le debas todo.
Y es verdad que nunca sabes cómo te tratará la vida, dónde te llevará el futuro, o qué caro te puede costar el tiempo. Sin darnos cuenta todo va cambiando, día a día se cumplen nuestros sueños, se presentan nuestros miedos, y luchamos por preservar aquello a lo que nos aferramos, sin embargo la vida es caprichosa, y posiblemente llegara un día en el que todo dará un vuelco, pero solo tú puedes marcar el ritmo de tus pasos, y demostrar que es solo en el olvido donde todo llegará a perderse.
Porque se que siempre estarás tú ahí, te veo cada vez que miro la luna, te siento cada vez que cierro los ojos. Porque aunque ya no estés, me has dejado material suficiente para seguir yo sola. Te llevaré conmigo hasta el final del camino.
Gracias. Te quiero.





Paula Jaro.

2 comentarios:

  1. Me encanta Paula. Es precioso.
    Marta.

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  2. un artículo precioso. Tu madre debe de estar más orgullosa de lo que tú estás de ella.
    Dafne

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