viernes, 28 de diciembre de 2012

Modas que vienen y van


Es increíble como forjamos nosotros mismos nuestras jaulas. Como vamos juntando barrote con barrote sin dejar espacio alguno para una posible puerta.  No es la sociedad la que nos atrapa, sino cada uno de nosotros ni más ni menos.

Ahora mismo podría salir a la calle y ver como el 95% de las personas a mí alrededor llevan casi las mismas prendas de vestir. Moda lo llaman, yo prefiero llamarlo estupidez humana. Y es que no entiendo esas “normas” establecidas por las cuales si no te compras algo que acaba de salir al mercado no estas a la moda. O peor, eres un anticuado. ¿No es acaso mejor ser original y comprar solo aquello que te guste? Porque sinceramente, yo no creo que guste llevar pinchos de unos 5 centímetros en los hombros, rosarios como collares o tacones de alturas impensables… O por lo menos esto no gustaba hace un par de años.

Nosotros somos los que tenemos miedo a que nos cataloguen como “los no modernos”. Y es por eso por lo que vamos cual tour materialista de tienda en tienda en busca de tendencias. ¿Y qué es lo que estamos consiguiendo con esto? Que todos y cada uno de nosotros limitemos nuestros gustos. Que cada día nos vistamos para una exigente sociedad en vez de para nosotros mismos. Que tengamos que renovar nuestro armario cada dos por tres. Y que aquel que vaya con una boina o aquella que vaya con el chal de su abuela sean mal vistos ante los ojos de una moderna sociedad. Eso sí, si Louis Vuitton o Giorgio Armani añadieran en sus próximos desfiles la boina o el chal, tened por seguro que estos no faltarían en ninguna tienda de ningún país.



Marta Fernández Sanz.
1º Periodismo.

miércoles, 26 de diciembre de 2012


Navidad, dulce Navidad…

Estamos a 26 de diciembre y resulta difícil hablar de otra cosa que no sea Navidad. Nos vemos rodeados de luces, belenes, turrones, regalos y toda clase de cosas que nos envuelven continuamente en un ambiente navideño.

Sin embargo, ¿es esto verdaderamente la Navidad? ¿Estar rodeado de regalos por todas partes? ¿Inflarte a polvorones? Creo que nos estamos equivocando. Es una pena ver como poco a poco la Navidad se está convirtiendo cada vez más en una fiesta superficial y materialista. Todo lleno de escaparates, regalos, luces y adornos que nos invitan a gastar dinero sin medida ni control. Parece que si no tenemos X número de regalos no hemos tenido Navidades.

Algunos pueden pensar que estoy exagerando, que en los tiempos que corren no está la cosa para mucho despilfarro. Pero el espíritu materialista lo llevamos dentro. Son muchas las felicitaciones de Navidad que me han llegado este año en las que al final de las mismas pone: “…y que te traigan muchos regalitos los Reyes”. 

Si esto está muy bien, no lo niego, a todo el mundo le gusta que le regalen cosas, pero pienso que hay que usar la cabeza. El otro día me quedé asombrada cuando oí a cierta persona decir que odia las Navidades porque no sabe que regalo comprar a sus padres. ¡Qué triste! Estamos inmersos en una cultura profundamente consumista. Las Navidades son días para estar en familia, para disfrutar de la compañía de aquellos que durante el año no tenemos cerca porque la distancia nos lo impide. Se celebra el nacimiento de Jesús en Belén.

El espíritu tradicional de la Navidad se está perdiendo. Conozco gente que en vez de felicitar la Navidad dice: “Feliz solsticio de invierno”. Puede que no todo el mundo piense lo mismo, pero yo esto lo considero una tontería y me parece absurdo. Aunque por supuesto, cada uno es libre de llamar a la Navidad y de celebrarla como desee.

En definitiva, las Navidades van mucho más allá de lo que el mundo nos presenta. Se pueden convertir en unos días alegres y maravillosos en familia o por el contrario, pueden llegar a ser una carga en el caso de que todo gire en torno al ámbito material. Tú eliges.
 
María Redondo Gutiérrez
Humanidades y periodismo 1.1
 

lunes, 17 de diciembre de 2012

¿FUTURO?


Puede que sepáis que es la crisis económica. Toda Europa y especialmente Italia, España, Irlanda, Portugal y Grecia están sufriéndola en mayor grado. Día a día vemos lo que implica y sus consecuencias, pero uno no puede valorar verdaderamente su dimensión hasta que se encuentra ahogado en ella.

 Uno de los problemas más importantes que sufre nuestro país es el desempleo. El pasado mes de octubre el paro en España superó el 25% por primera vez en la historia. Como estudiante de periodismo pienso en  mi porvenir dentro de la profesión ¿pero realmente hay futuro para todos?

El último informe de la APM (Asociación de Prensa de Madrid) correspondiente al 2011, sitúa a Madrid como la comunidad con mayor número de periodistas parados (3.045). Solo el año pasado el número de nuevos licenciados fue de 3.054 personas. ¿No os parece increíble que el número de nuevos periodistas supere al de los parados?. A mí por lo menos me aterra. ¿Hay solución?. De momento a corto plazo no.

Para mas  desgracia, si ampliamos los datos a toda España, una cuarta parte de los periodistas españoles ha visto reducido su salario en los últimos años. Algunos incluso con retraso en los pagos. Esto sin duda no nos deja en buena situación pero es la realidad. Una realidad que se vuelve mucho más dura cuando sabes que alrededor de un tercio de los licenciados en periodismo no ejercieron como tal en 2011.

Es verdad que la crisis parece no tener barreras. Es verdad también que existe overbooking. Pero hay otro factor como el intrusismo que no permite abrir puertas a los que en teoría llegamos más preparados. Esto se ve reflejado en el 35% de personas que desempeñan la profesión periodística sin ser periodistas.

No pretendo asustar ni estremecer, si no informar y concienciar de la situación. Para mí el mundo laboral todavía queda lejos. Pero una cosa tengo clara, no pienso esperar con los brazos cruzados que el tiempo lo solucione. En las fechas que corren no solo una licenciatura en cualquier carrera vale para labrarte un futuro. Deberemos ser ingeniosos y trabajadores, porque la buena suerte la crea uno mismo.


Jorge Sanz Sarrión
1º Periodismo

martes, 11 de diciembre de 2012

Tic-tac

Haz malabares con el poco tiempo que aún te queda entre las manos y maréate dando pasos hacia atrás para que las bolas no se caigan, porque si se caen, habrás perdido otro segundo más de tu vida. Y un segundo puede ser crucial, enserio. Es un segundo que pierdes pensando que lo estás perdiendo, como probablemente te plantees ahora.

Un jugador de rugby puede marcar un gol que puede ser importante para la historia de su carrera como deportista. Una artista del cine puede terminar de grabar la mejor escena de su vida, y un periodista puede encontrar la palabra que llevaba buscando mucho tiempo para terminar un artículo que causará furor para su público. En un segundo un compositor encuentra el acorde perfecto para terminar su obra, y a un escritor se le puede ocurrir la forma de seguir conectando su historia. En un simple segundo puedes darte cuenta de que estás haciendo algo mal, o también puedes darte cuenta de cuanto amas a alguien. En un segundo un soldado pega un tiro en Irak ahora mismo, y el 43% de la población africana está muriendo de sida.

En un segundo nacen un millón de niños por todo el mundo, y hay millones de personas que lloran porque otro millón de ancianos mueren. En un segundo puedes alcanzar la felicidad plena, en un segundo se oyen en el planeta miles de carcajadas sonando al unísono, y si escuchas un poco mejor, también quizás puedas oír susurros de amor o el sonido de miles de besos. En un segundo de este valioso tiempo dos presidentes se abrazan y deciden no declarar otra horrible guerra. 

Toda esas personas son capaces de hacer muchas cosas en un solo segundo, pero... ¿y tú?;¿qué cosas maravillosas serías capaz de hacer? Si con suerte llegas a vivir 75 años tienes 23652000000000 segundos a tu disposición. Sí, parecen muchos, pero quizás deberías plantearte a que velocidad pasa la vida por delante de tus ojos. Probablemente te sorprenderías. 

Mercedes Martínez Peña
1º Periodismo+Publicidad y RRPP




lunes, 10 de diciembre de 2012

Programas basura


Llegaba hoy día 10 de Diciembre, día señalado en mi agenda ya que me tocaba escribir un artículo en este blog, y no tenía ni idea sobre qué tema hablar.

Mientras pensaba sobre que podía escribir, encendí el televisor y salió Telecinco en la pantalla. Estaban dando sálvame, y rápidamente tuve que bajar el volumen porque aparecieron dos señoras gritando y llamándose de todo, a punto de “pegarse”. ¿Qué tipo de broma es esta?, ¿de verdad les parece divertido mostrar como dos personas que supuestamente ellas se consideran educadas, están a montando un espectáculo?

Lo que más me preocupa es que señoras que solo gritan, que están sentadas ahí por el simple hecho de haberse acostado con algún famoso, y que se ponen a comer patatas fritas delante de las cámaras como unas mal educadas, ya se consideran “periodistas” solo por enterarse de quien se ha liado con quien. Hay miles de jóvenes en la calle con el titulo de periodismo, parados, pensando (y muchos lo hacen) en irse de España porque aquí no hay trabajo, y gente así tiene la cara de considerarse “periodista” cuando dicen “almondigas” o “cocretas”. Parece que hoy en día cualquiera puede ser periodista, y que las cadenas de televisión solo buscan una imagen, entretenimiento, espectáculo.

Hay temas y cosas mucho más interesantes de las que hablar, y sin embargo ponen un programa en el que critican a los famosos de 16 a 20h. Pero lo más triste de esto, es que hay gente que lo ve, que estos programas duran porque tienen audiencia. Apago la televisión y pienso que nadie sabe que le deparará el futuro, y puede que algún día alguno de nosotros este trabajando en uno de estos programas a los que realmente considero "programas basura", porque no creo que aporten nada bueno. Sinceramente, espero que ninguno de nosotros trabajemos ahí.

Debemos conseguir ver más allá de cotilleo, del morbo de la televisión, ser selectos y ver temas que realmente nos enriquezcan como personas y como periodistas. De esta manera podremos enseñar a la gente, ya que somos el medio que informa a la población, algo que les cultive y les haga crecer como personas.
 
Patricia Pajares de la Peña
Periodismo 1.1

viernes, 7 de diciembre de 2012

VUELVE A CASA VUELVE POR NAVIDAD



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1 de diciembre,seguramente para muchos de vosotros al igual que para mí,esta fecha os recuerda que la navidad se aproxima. Viendo la tele, sentada en el sofá aparece el anuncio de la lotería con esa preciosa canción de Danny Elfman "The Grand Finale" de pronto una sonrisa se dibuja en mi cara y mis ojos se iluminan, contemplando el anuncio comon si no existiera otra cosa en el mundo.Ahí puedo decir que para mí oficialmente comienza la navidad con anuncios de perfumes,juguetes y loterías. Esta es una de mis fechas favoritas,temporada de ilusiones,felicidad,regalos,familia y amigos. En esta época todos y cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de alegrar a alguien que queremos,llenar de ilusión a los más pequeños de la casa o incluso reconciliarnos con alguien con el que ya no teniamos relación,echaremos de menos a los miembros de nuestra familia que ya ni están con nosotros y daremos la bienvenida a los nuevos que llegan. En Navidad, cuando camino por la calle contemplo un ambiente diferente,felicidad en los rostros,observo la calle,toda ella está iluminada con luces navideñas,comprar regalos con el olor de las castañas asadas en los puestos,padres con niños viendo Cortilandia con esa canción tan pegadiza que todos nos sabemos "cortilandia,cortilandia,vamos todos juntos a cantar alegría en estas fechas porque ya es Navidad". Poco a poco se aproximan las fechas más importantes de la Navidad,la familia se vuelve a reunir,los que están fuera llegan con un gran recibimiento,al llegar a casa están puesto los adornos: el árbol de navidad,el Belén,todo está precioso,pienso que por que no siempre será Navidad. Llegada la fecha del 24 de diciembre,todo el mundo está sentado a la mesa cantando villancicos de Navidad,esperando la maravillosa cena que ha preparado la abuela mientras los más pequeños,desean impacientes que acabe la cena y que llegue la hora de dormir,para que cuanto antes,venga Papá Noel con sus regalos como premio de lo buenos que han sido este año. Feliz Navidad.







                                    María Salcedo García
                                    1.1Periodismo Publicidad  y Relaciones Públicas

jueves, 6 de diciembre de 2012

La rutina


Supongo que depende del tipo de persona que seas, de tus gustos, aficiones, tu forma de ser… Pero la mayoría de la gente odia la rutina.

¿Por qué? No veo nada de malo en ella, es la esencia de las cosas bien hechas, la rutina es la costumbre, y con ella nos convertimos en buenos en lo que hacemos.

Pero la gente la odia, para la mayoría, la rutina es sinónimo de aburrimiento, de pesadez, lo que quiere hacer la gente una vez les dan vacaciones es viajar. Discutir con tu mujer o marido durante el viaje en coche, ir a playas atestadas de gente con todo el calor de Junio… Pero al menos abandonas tu rutina.

Con la rutina hay menos posibilidades de que cometas errores, todo es más mecánico, más seguro, nada se sale de tu esquema. Dicho así suena bastante aburrido, pero es la manera de dominarte a ti mismo, a tu trabajo, tu entorno, lo controlas todo. La rutina se logra gracias a la repetición.

Pero los seres humanos necesitamos ¨desconectar¨ y relajarnos, algo que está bien, hay que salir de la rutina, pero lo malo es volver a ella… ¿Cómo te sientes el primer día de instituto después del mejor verano de tu vida? Descolocado, sin control, sin seguridad.

La rutina es seguridad, supongo que la gente la odia porque asocian la rutina con el instituto, el trabajo… No precisamente con el verano, cuando tienes todo el tiempo libre del mundo.

Simplemente escribo esto para que la gente no infravalore la rutina, ya que esta te hace mejor en lo que haces, y,  también escribo esto para que, incluso durante el verano, tengas tu rutina programada, porque hay tiempo para todo.

José Pina Balfagón 1.1 Humanidades y periodismo

 
 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Mi vida, en línea


Las 6:30 de la mañana, suena el despertador, lo apago y… cojo el móvil.
Y esto es así, vivimos con una dependencia hacia al teléfono que se sale de lo normal, lo usamos mientras comemos, cenamos o desayunamos, es lo último que miramos al acostarnos y lo primero al despertarnos. Creemos que si no vivimos conectados en todo momento nos salimos de la sociedad, nos convertimos en “los raros”.

Pero ha llegado un punto en el que se pierde la falta de relación entre las personas
¿Cuántas veces hemos quedado a comer con amigos y hemos acabado todos con el móvil en las manos? Cada vez en más ocasiones, no contentos con haber quedado con alguien, tenemos que estar hablando con otras personas, nuestro whats app esta siempre en línea.

Y no nos damos cuenta, no somos capaces de ver que mensajearse no es relacionarse, que los “jajajaja” no son lo mismo que oír la risa de una persona y contagiarse de ella, que las historias que se cuentan no se entienden igual si no se puede oír el tono de voz, la emoción, que expresa mucho más que escribir un montón de signos de exclamación al final de un relato.
Se esta perdiendo la confianza y la relación personal, pero por desgracia, estar conectado en estos tiempos es la única forma de saber de los demás.

¿No os acordáis de la emoción al quedar con una persona que hacía mucho tiempo que no veías?
No sabias si habría cambiado, que sería de su vida… pero ahora ese encanto se ha perdido. Facebook nos muestra las últimas fotos de todo el mundo, twitter nos cuenta lo que hace en cada momento, y para más información acudimos al whats app, básicamente no necesitamos quedar con alguien para saber de él, las amistades se han vuelto tecnológicas, vacías, y solo nosotros mismos podemos luchar contra nuestro mejor amigo, el móvil.





Inés Aparicio Hurtado
1.1 Periodismo

domingo, 2 de diciembre de 2012

Eugenesia espartana


No podemos dejar de asombrarnos ante la brutalidad e inhumanidad que algunos pueblos pasados han tenido con los más pequeños de la sociedad a lo largo de la historia. Las manos se dirigen rápidamente a nuestra boca entreabierta y sorprendida cuando descubrimos que no es un mito, sino una realidad que pueblos antiguos llevaron a cabo numerosos infanticidios. Lacedemonia es una clara prueba de ello: los espartanos, al nacer un espartiata, lo llevaban a los ancianos de la ciudad, que, si consideraban que el niño no era lo suficientemente fuerte como para servir a esta sociedad tan guerrera, lo abandonaban en el monte Taigeto, donde finalmente moría.
«Menudos bestias» es nuestro primer pensamiento. « ¿Y las madres lo permitían? Menos mal que con el paso de la historia nos hemos hecho más razonables, humanos, civilizados». ¿Pero qué pasa? ¿Estamos ciegos? Ahora es mucho peor. Antes, las madres seguramente lloraban a sus hijos abandonados, ahora son ellas las que deciden acabar con su vida. La única diferencia es que ahora no nos afecta, “ojos que no ven, corazón que no siente, ¿no? Sin contar con la manipulación del lenguaje: IVE (Interrupción voluntaria del embarazo), derecho de la mujer… que sin duda dulcifican hasta el extremo la expresión «matar a tu propio hijo». Sí, matar, porque la persona es persona desde el momento de la fecundación por mucho que la gente lo quiera subjetivizar y pensar que no lo es hasta el mes tal o el momento cual. Esas ridículas teorías se caen por su propio peso. “Son solo un conjunto de células” ¿Acaso nosotros no? Pero este tipo de afirmaciones calan en la sociedad, que cree tener la conciencia limpia sabiendo que solo se han deshecho de un ser vivo, no humano, inservible o enfermo. ¿De verdad nos creemos mejores que ellos, capaces de decidir si viven o no?
Y es así como, a través de la mentira, que parece ser la mayor virtud de nuestra sociedad postmoderna, sin valores ni criterio, justificamos una desastrosa III Guerra Mundial a los más inocentes y débiles, a los que más necesitan protección. Y es que no aprendemos de la historia, esa magistra vitae de la que hablaba Cicerón. ¿Más humanos? ¿En serio?

                           

Cristina Sendra Ramos

viernes, 30 de noviembre de 2012

Iberia, un nuevo estado

       Portugal y España son dos países que han compartido, durante la historia, cultura, religión, intereses políticos y, sobre todo, buenas relaciones de todo tipo. Es más, son entidades incluso más similares entre ellas que los estados que componían Italia y Alemania antes de sus unificaciones. Portugal formó parte de España en un momento de su historia. Curiosamente se separó en 1640, aprovechando la rebelión catalana, que tuvo que ser sofocada por las tropas reales. En el siglo XIX todavía prevalecía algún sentimiento de unión, que después desapareció prácticamente hasta los defensores actuales, en círculos concretos, como Pi i Margall y Cánovas del Castillo. Incluso algunos nacionalistas, contrastando con su propia esencia, han defendido la causa del iberismo (por ejemplo Francesc Macià, cuando proclamaba la “República Catalana como estado integrado en la federación ibérica”).
 



           Hoy en día, el iberismo es una ideología con menor fuerza que  en épocas anteriores. Esto se debe en gran parte a la alta presencia de ideologías separatistas en el país rojigualdo. Aquí la sociedad no solo ha olvidado el pasado que la une con sus vecinos, sino que, en algunos sectores, quiere ir en dirección contraria. En este sentido, los nacionalismos como el vasco y el catalán suponen un retroceso respecto a la idea deseable de ampliación de fronteras. Sin embargo, de 2009 a 2011, los apoyos al iberismo aumentaron de un 30,3% a un 39,8% en España, y en Portugal, de un 39,9% a un 46,1%. De hecho existe una asociación que defiende esta causa, llamada Movimiento Partido Ibérico. Un promotor de esta idea también fue el escritor luso José Saramago, que puede inspirar una gran confianza, dada su extraordinaria trayectoria literaria.

           En conclusión, la unión ibérica favorecería la riqueza cultural y económica de españoles y portugueses conformando una gran nación en el contexto europeo.  

 
 

Jaime Sánchez Moreno
Periodismo 1.1
 


jueves, 29 de noviembre de 2012

A Covadonga:

“La gente, más que las cosas, tiene derecho a ser restablecida, revivida, reivindicada y redimida. Nunca rechaces ni deseches a nadie”
Cada vez queda menos para que estés entre nosotros. ¡Y parece que fue ayer cuando perdí los diez euros que mi hermano y yo nos habíamos apostado tratando de adivinar si serías niña o niño! Aun así, creo que han sido los diez euros que mejor he perdido. ¿Por qué? Sencillamente porque ya tu existencia de por sí es algo maravilloso. Cada vida humana es única y eso es algo que iras aprendiendo según crezcas.
Sin embargo no todo es oro en el mundo en el que te toca nacer. En este recién empezado siglo XXI, todo el mundo se halla sumido en una crisis, y no solo de aspecto económico, lo cual no deja de ser relevante. Estamos metidos en una crisis de valores, de humanidad y fe.
Fíjate, por ejemplo, que hay quien asegura que no eres una persona porque aún no te hallas fuera del vientre de tu madre ni tienes un pensamiento tan complejo que te permita “pensar racionalmente”. ¡Cómo si el formar parte de los seres humanos solo fuese pensar! Quizá no seas capaz de razonar todavía como yo u otra persona más madura pero, instintivamente, te sabes querida.

 Pequeña Covadonga, puedo asegúrate que eres tan persona como cualquier miembro de tu familia. Algo semejante dice Sylock, el personaje de El mercader de Venecia al respecto: “¿acaso no sufrimos, no amamos, no nos reímos si nos hacen cosquillas, y no sangramos si nos pinchan?”. Porque, aunque seas del tamaño de un libro de texto  puedes  percibir, gracias a un instinto tan antiguo como el mundo mismo, que te aman ¿Acaso no es eso algo innato en el hombre?
 A pesar del mal que existe también hay belleza en la vida. No todo es como esos paños oscuros que, antiguamente, amortajaban a los difuntos. No, la vida es hermosa, pero solo si tú haces que sea bella. Nunca tengas miedo a afrontar los obstáculos que has de encontrar desde el momento en el que vengas al mundo. Errar es humano, y como persona, como la pequeña personita que eres, no te arrepientas de tus decisiones sean erróneas o acertadas. Y  lo más importante: VIVE
Ana Romero Urquiza                                                                                                               Humanidades y periodismo

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Vete, coge el tren


Todavía no podía creérmelo cuando estaba allí, en el aeropuerto, con mis cuatro mejores amigas a punto de coger un avión con destino a la libertad.
Me encontraba sentada en la cola de embarque, con un macuto a la espalda que pesaba más que yo y con una mezcla entre felicidad e intriga sobre qué cosas nos depararía este viaje: el InterRail, un viaje que se convirtió en el mejor de mi vida.
El primer destino era Ámsterdam. Llegamos al albergue, dejamos el equipaje y salimos a la calle. Inmediatamente decidimos alquilar unas bicicletas y recorrer la ciudad.
Me sorprendió la facilidad que teníamos para movernos por toda Europa, algo que cinco días antes para mí hubiese sido impensable: coger trenes, comunicarnos con holandeses, alemanes o eslovenos, en realidad es algo mucho más fácil de lo que os imagináis.
Después de Ámsterdam, Berlín, Praga, la playa, Eslovenia, ciudades, paisajes, tranvías, calles, canales, Roma, la gente, risas, palabras, San Miniato, crepúsculos....

¿Sabéis que es lo mejor de todo el InterRail? Los trenes. No son trenes como los de ahora, como un Ave en el que se llega de Madrid a Sevilla en dos horas. Quizás tardan sus ocho horas en ir de una ciudad a otra, pero merece la pena; se pueden bajar las ventanillas, asomar la cabeza y con el viento en la cara, sentir realmente que se está en mitad de un lugar en el que nunca se había estado ni mucho menos se podría haber imaginado estar, con las mejores amigas, solas por Europa y con la sensación de que aún quedaba mucho más por descubrir.  


El InterRail nos permite salir de nuestra pequeña burbuja -en la que se tiene el plato en la mesa cuando se llega a casa, una cama calentita donde dormir y una bañera para recibir relajantes baños de espuma- y darnos cuenta de que hay momentos en que se deben afrontar situaciones como perder un tren a las cinco de la mañana y tener que dormir en la estación.
Parece algo desagradable contado de esta manera, pero os prometo que aventuras así pasan pocas veces en la vida, y qué mejor edad para hacerlas que con dieciocho años.

Abre los ojos. Disfruta. Quítate el miedo. Coge el tren. Vete.


Verónica Martín Molina.

martes, 27 de noviembre de 2012

Y aprendí.
Ella me enseñó que así después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidiría triunfar, y así fue. Decidí no esperar a las oportunidades sino buscarlas yo misma, decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución, decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Ella me lo enseñó, y también me enseñó que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas, está la única y mejor forma de superarnos. Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer no ganar, me enseñó que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir, que con esfuerzo y dedicación lo conseguiría. Y gracias a ella yo sola aprendí que el mejor triunfo que podía tener es que estuviese a mi lado.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, "el amor es una filosofía de vida". Me enseñó a querer. Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad. Desde aquel día no solo duermo para descansar, ahora también duermo para seguir soñando. Pero además también me enseñó que es cuestión de tiempo, solo eso. Del tiempo y de nosotros claro. El tiempo lo coloca todo. Hace que confíes o desconfíes, que creas o no creas, que llores o sonrías, que luches o te rindas, que quieras o no quieras. A veces hace daño. A veces agobia. No te deja disfrutar de esos pequeños instantes que pasan tan rápido en los cuales desearías que se parasen todos los relojes. Y cuando quieres que vaya rápido, va lento.
En su caso el tiempo ha conseguido como ella dijo que confié que crea, que sonría, que luche, en definitiva que quiera, que quiera y que aprecie cada minuto de la vida que tengo. Sí, es así como ella me enseñó...
El tiempo es inesperado, y sin embargo todo depende de él. También es arriesgado, incluso peligroso. Esas milésimas de segundo que viven con nosotros como un beso, una mirada, una sonrisa, una lágrima, un abrazo. Y en la mayoría de los casos, lo mejor es echar al tiempo un pulso y coger aunque sea unos segundos de ventaja para ir por delante de él y  poder disfrutar incluso de las cosas "feas".
¿Pero sabéis que? que también me enseñó que ser lo que yo siento me llevaría mi tiempo, que para demostrar tienen que dejarte hacerlo. Como ella decía solo tenía que relajarme, y dejarme ser yo misma en cada paso, así saldría lo bueno, lo malo, y lo regular. Así saldría yo. Y ¿qué hay más hermoso que conseguir ser totalmente auténtica?
Me hizo entender que estaría conmigo en cada sitio dónde la luna brillase con fuerza, aunque yo no la viese. Me dijo que nos quedaba un gran trayecto, o que al menos a mí sí (se reía). Sin destino fijo, sin rumbo concreto, lleno de ilusiones, de sonrisas, de gente buena y de gente mala. Me dijo que aprendiese al máximo de cada experiencia porque aunque ésta esté mojada, en algún momento secará, y que aunque no lo crea una persona necesita sentir alguna vez el "dolor" para encontrarse a sí misma y valorar las cosas. Y hasta que empecé a escuchar sus palabras y la sabiduría que transmitía cada arruga en su rostro, pensaba que todo se podía reducir a una probabilidad o a un porcentaje, que todo podía ser sí o no según la suerte y lo que fuese probable. Pero ella me hizo ver más allá. La vida no es tan simple, y aunque muchos crean que todo se reduce a un golpe de suerte, detrás de eso que muchos llaman suerte hay mucho más.
 Ella decía que cada uno crea su propia suerte y lo bueno o lo malo que venga acompañado de ésta son simplemente circunstancias con las que hay que aprender a vivir, ¿cuánta gente está peor que nosotros? decía. Mi suerte es teneros y aunque no sea una persona con dinero, con padres, o con marido por circunstancias de la vida, soy una persona muy rica por seguir hoy aquí a vuestro lado.
Ella me enseñó que hay cosas que no se pueden medir. ¿Qué porcentaje puedo usar para medir lo que quiero? ¿Un cien? se le quedaba corto, para ella el amor era incondicional. Y es que me enseñó día a día que los únicos errores que cometemos en la vida son las cosas que no hacemos por miedo, por vagancia, por indecisión. "Puede ser que la vida no sea la fiesta que esperas Paula, puede que no te vaya bien, puede que caigas, pero promete que lucharás para levantarte".
Tú no has elegido la vida que te ha tocado vivir, ninguno de nosotros, pero exprímela al máximo, sé feliz o inténtalo. Intenta hacer siempre lo que quieras, pero recuerda que siempre habrá gente a la que debas algo y gente a la que le debas todo.
Y es verdad que nunca sabes cómo te tratará la vida, dónde te llevará el futuro, o qué caro te puede costar el tiempo. Sin darnos cuenta todo va cambiando, día a día se cumplen nuestros sueños, se presentan nuestros miedos, y luchamos por preservar aquello a lo que nos aferramos, sin embargo la vida es caprichosa, y posiblemente llegara un día en el que todo dará un vuelco, pero solo tú puedes marcar el ritmo de tus pasos, y demostrar que es solo en el olvido donde todo llegará a perderse.
Porque se que siempre estarás tú ahí, te veo cada vez que miro la luna, te siento cada vez que cierro los ojos. Porque aunque ya no estés, me has dejado material suficiente para seguir yo sola. Te llevaré conmigo hasta el final del camino.
Gracias. Te quiero.





Paula Jaro.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Hora de cambiarse las gafas

 
“Después de la tormenta siempre llega la calma.”  “Tiempo al tiempo.”  “No hay mal que por bien no venga.” Todos conocemos estas expresiones que se crearon para producir efecto de motivación a la gente que se identifique con ellas. ¿Cuantas veces nos hemos quedado pensando y hemos visto el presente como si fuera la única cosa que nos queda? Vida solo hay una y si nos limitamos a observar únicamente el pasado, terminaremos volviéndonos locos ya que por mucho que queramos, es imposible de recuperar.
 
Me he considerado toda mi vida una 
persona que solía tolerar muy mal la frustración o el estrés.  No me veía capaz de funcionar como debía cuando atravesaba dificultades o imprevistos. Solía ver las pequeñas frustraciones de la vida diaria como retos difíciles y amenazantes. ¿Era eso bueno?  Para nada.  Es en estos momentos cuando doy gracias a los retos que no pude superar, ya que me han convertido en una persona mas fuerte y me han hecho llegar hasta donde estoy ahora mismo.  

El curso del 2011-2012 puedo considerarlo como “una etapa de mi vida” y no solo como un vago y triste recuerdo. ¿Fue un año malo? Sí, y además en todos los sentidos, pero gracias a eso, ahora me siento con mas fuerza que nunca y con ganas de demostrarle al mundo lo capaz que soy de levantarme. Han sido esos momentos difíciles los que me han hecho darme cuenta que la mente es mas poderosa de lo que pensaba y que lo principal para superar, ya sea un momento difícil, agobiante, duro o triste es estar dispuesto a superarlo. Por eso, es el momento  de quitarse las gafas negras, que lo único que consiguen es provocar pesimismo y ponernos las gafas de colores. Yo ya lo he hecho.
 
María Pérez-Durías
1.1 Humanidades y Periodismo

viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Se hunde la bota?

¿Eres italiana? ¿Y de donde?”, “De Verona!”, respondo yo, lista para la frase siguiente, siempre la misma: “¡Verona! Qué bonita, la ciudad de Romeo y Julieta!”.
Y cada vez se dibuja una sonrisa en mi cara y mi pensamiento vuela a mi ciudad. Una ciudad rica de historia y de arte, incrustada en medio de verdes colinas, una plaza central de donde nacen callejuelas que fluyen a un castillo, a una fuente, a un río. Mi pensamiento vuela a mi país. “Bello” y rico.

¿Pero rico de que? Rico de mar, de montañas, de ciudades llenas de historia. Rico de arte y de cultura. El país de Dante, de Leonardo da Vinci y de Verdi. Italia: pizza, spaghetti y mandolina. Un país rico. Rico de todo lo que no es dinero. Rico de personas sin trabajo, de ancianos que tienen que robar en los supermercados para comer, rico de tristeza y humillación.

Y llega la segunda pregunta “¿Y qué piensas de Berlusconi?”. Cada vez que busco una respuesta mi cabeza está vacía. Un momento de silencio seguido de “Es difícil explicar…”. ¿Cómo se puede explicar el malestar que se siente viendo mi propio país así, arruinado? De Dante a Berlusconi. ¿Y porqué? No lo sé. Pero así está y mi país ha perdido su amarre y está desapareciendo en el horizonte. Los jóvenes escapan, no hay trabajo ni prospectivas de mejorar y la vida es más cara cada día.

¿Pero es la mejor decisión abandonar el barco? Yo no sé la respuesta, pero estoy segura de que quiero ser una de las personas que tiraràn de el para salvarlo. Porque quiero que mis hijos aprendan su cultura sin depender del mismo sistema y que la única persona importante y italiana que le mentirá sea Pinocchio.



Marina Bartolameazzi

jueves, 22 de noviembre de 2012

Generación Y ¿generación de oro o desperdiciada ?





« Niños del milenio », « e-generación », « digital natives”, “generación virtual”, estos son todos los apodos para referirse a un segmento de la población, los nacidos entre los años 80 y mediados de los 90. Todos estos términos se refieren a los niños que crecieron con el ordenador, videojuegos y más tarde Internet. La influencia y la dependencia de nuestra generación a estas tecnologías es cada día más fuerte.

¿ Qué adolescente, estudiante o joven trabajador no tiene una computadora, un teléfono móvil o incluso una consola de videojuegos ? ¿Quién no ha utilizado nunca Internet, las redes sociales, o mensajerías instantáneas ? Si aplicamos estas preguntas a la generación de nuestros padres, ¿cuántos de ellos habrían respondido de manera positiva ? Probablemente muchos más que los jóvenes de hoy. Estamos realmente en el grupo de edad que ha recibido una de las más grandes revoluciones tecnológicas del siglo XX: Internet… Antes el periodista tenía que usar una máquina de escribir, acercarse a un editor o ir a la redacción, sin embargo hoy lo que necesita es una simple página web o un blog como este para hacer públicas nuestras obras, a nivel internacional, en poco tiempo. Podemos igualmente ir de compras, aprender, apostar, comunicar, comprar y vender, leer periódicos, escuchar música, ver películas y tambien engañar, humillar y estafar a la gente en un par de clics.

Aquí está el resultado de nuestro dominio de las nuevas tecnologías. Llegamos en un buen momento, hemos tenido la suerte de ver el principio de una tecnológia como Internet, que se desarrolla con una facilidad impredecible y perversa. ¿Qué « niño del milenio »puede realmente vivir sin su teléfono móvil o su ordenador ? ¿Quién no usa o ha usado el lenguaje SMS, aunque casi no sepa escribir correctamente su propio idioma ? ¿Quién no ha pasado horas y horas en el ordenador, pero sin trabajar ? Por desgracia, la realidad es mucho menos alentadoar de lo que pensamos. Debemos ser conscientes de que con estos avances, nuestra generación está constantemente empujando sus propios límites, en cualquier campo que sea...




Mathilde Muller Periodismo 1.1

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Trátale como a una "dama"



No empezaré diciendo “Te lo dije”, pero te lo dije. Cuando sonó el teléfono y eras tú la que estaba al otro lado ya supe por qué llamabas. No hizo falta que explicases nada, estaba claro. “Dice que ya no le gusto, que no es el momento. Me asegura que no es por mí, que es por él”. Pero no, el motivo es que no le importas. Nunca lo has hecho, no te engañes. Suena duro, pero ya es hora de que despiertes, mejor, de que el mundo despierte.
¿Recuerdas aquel primer sobresaliente que sacaste en el colegio, con sudor y lágrimas, y por el cual tu madre te recompensó con una enorme bolsa de caramelos? Cuánto te costó, cuánto tiempo le dedicaste a ese maldito examen de matemáticas y qué feliz fuiste al ver el diez en el borde superior derecho de la hoja. Con tinta roja, ¡cómo olvidarlo! Pues bien, lo recuerdas y lo valoras en su totalidad porque te esforzaste, porque lo quisiste con ganas. Sabías que merecería la pena, aunque solo fuese por el premio que te esperaba al llegar a casa. Lo que ocurre es que ya no deseamos nada tanto como para sudar la camiseta por ello. Nos hemos vuelto conformistas, y tú querida amiga, también.

Los hombres, por algún motivo y en algún momento de la historia inidentificable, determinaron que las mujeres éramos una especie de objetos sin valor capaces de dejarse conquistar sin tan siquiera un mínimo esfuerzo. El problema va un poco más allá  ya que hemos sido nosotras las que lo hemos permitido. Prometo que hubo un tiempo,-y no hace tanto como creemos-, en el que un hombre te invitaba a un café simplemente para escucharte, conocerte. Te miraba, no, miento, te admiraba. Abrirte la puerta y encenderte un cigarro era más que suficiente. Se dejaba enamorar por todo lo que decías, y cuando le preguntaban “¿Cómo es ella?” le faltaba tiempo para describirte. Ahora raro es el que utiliza más de tres adjetivos (empleando siempre el “está buena”, como si hablasen de la carne asada que prepara su abuela). Pero claro, nos lo hemos ganado a pulso, lo tenemos merecido por desvalorizarnos dándole más importancia a llevar la falda corta  que a nuestra propia dignidad.

Lo que me resulta más paradójico es que las mujeres contemporáneas se rebelaron a las sumisas del pasado con el deseo de cambiar el mundo. Lucharon por el voto, el acceso a la universidad y el reconocimiento en nuestro trabajo. La cuestión es que hemos querido ser tan iguales que se nos ha olvidado que no lo somos. Hemos matado a nuestra feminidad, cualidad distintiva e inquebrantable, y hemos pecado de cobardes. Una vez más nos ha faltado carácter. Lo justificaremos diciendo que no hay nada que podamos hacer, que somos hijas de nuestro tiempo, pero si ese es el argumento que vais a utilizar, yo me independizo.

Cristina Bruzon Jáudenes

lunes, 19 de noviembre de 2012

En un mundo de locos



‘’En un mundo de locos, el verdadero demente es el cuerdo’’. Esta afirmación quizá no os diga nada, pero si he de ser sincero, a mi me crea una confusión constante.  La gente piensa que estás loco por nadar a contracorriente. Esto me sugiere varias preguntas: ¿Están locos los salmones?, y dejando de lado las bromas; si estas loco, ¿eso significa que eres cuerdo?;  si eres cuerdo, ¿significa que no estas nadando a contracorriente sino que vas río abajo?; lo que significa que los salmones sí están locos.

No se si aquellos que leen esto están entendiéndolo, si no es así, yo tampoco. Lo único que sé es que estáis leyendo a un demente, que en un mundo de locos o de cuerdos seguirá siendo un chiflado.  Pero como todo, la insania tiene sus ventajas, y todo el mundo tiene una parte, aunque sea pequeña, de locura. Lo creáis o no, es cierto, y si no lo es, me pregunto: ¿Nunca os habéis reído solos por la calle?, ¿nunca os habéis imaginado una historia?, ¿nunca habéis oído un ruido por la noche y os habéis escondido bajo las sábanas por miedo a algo inexistente? Y por último ¿nunca habéis escrito? Si habéis hecho algo de lo anterior, sin lugar a dudas estáis locos. 

Me despediré de vosotros diciendo: La locura es el punto álgido de la imaginación, esta surge de la mente, la cual, cuando se abre, se asemeja a una sonrisa y cuando se cierra, parece un ceño fruncido. Con esto quiero decir: La mente abierta produce imaginación, que es creada por la locura, por lo que todos los factores están relacionados entre sí.  Si estos agentes están vinculados, quiere decir que si la mente abierta parece una sonrisa, la locura también, por lo que está, es la felicidad. Tal y como decía el escritor Mark Twain, ‘’La felicidad y la cordura son una combinación imposible’’.




Eduardo Llandres Cons. Humanidades y Periodismo 1.1