Juguetes rotos

"Por el interés te quiero Andrés". Esta frase que tantas veces hemos oído a lo largo de nuestra vida no es sino un reflejo de la realidad en que vivimos.

El ser humano de todas las épocas ha tendido a buscar su propio provecho, a arrimarse a aquellos de los que sabe que va a poder beneficiarse. Es triste, pero es así. Una persona que goza de buena condición económica parece que los problemas no le atañen. Todo es un camino de rosas y felicidad, se encuentran rodeados de un montón de amigos que sin duda parecen los mejores. Pero un día te vienes abajo, pierdes tu dinero y todas tus propiedades y piensas, bueno, tengo a mis amigos. ¿De verdad piensas eso? Lo siento, pero no. Aquellos a los que tu llamas amigos se han ido de tu lado porque ya no tienen nada de que valerse.

 Vivimos en una sociedad capitalista donde el dinero, el poseer y el comprar mueven el mundo. Parémonos a pensar un momento, ¿realmente piensas que una persona es feliz por el simple hecho de poseer un montón de cosas materiales? En la práctica vemos que no. ¡Cuántas familias y amistades rotas por culpa del dinero!.

 El ser humano tiende a apegarse a las cosas por falta de seguridad, pero el problema es que se apoya precisamente en aquello que de por sí no es estable. El dinero no permanece para siempre, como tampoco el trabajo. ¿Quién te dice a ti que en el futuro vas a poder seguir trabajando y cobrando mensualmente?

 Sin embargo, esta realidad en muchas ocasiones es ajena a nosotros, no quiero pensar en los que hoy son “mis coleguillas” un día puedan irse de mi lado. Digo “coleguillas” porque no merecen ser llamados amigos aquellos que desaparecen ante las dificultades de quienes realmente lo son.

 Tras este fracaso, el hombre se sentirá solo, frustrado, inútil, se considerará un juguete que sirvió de entretenimiento a unos pocos y una vez usado ha perdido todo su brillo y esplendor.

Maria Redondo Gutierrez
1º Periodismo+Humanidades