PEQUEÑOS DETALLES
Ando por la calle, grandes almacenes y lujosas marcas anuncian ansiosas el
inicio de la Navidad. Miro mi móvil, 13 de noviembre. Llego a casa, abro mi
armario y ahí siguen los bañadores en el segundo cajón. Parece que fue la
semana pasada cuando estaba en la playa o en el curso cero, pero han pasado más
de dos meses desde que se acabaron las vacaciones y no me he dado ni cuenta.
Eso no me preocuparía si en mis diecinueve años de vida hubiera hecho cosas
suficientes como para llenar estos dos meses vacíos, pero hago memoria y el
tiempo pasa sin que te percates de su velocidad. A simple vista parece que haya
malgastado un cuarto de mi vida porque miro atrás y no puedo identificar con
facilidad qué he hecho o qué convierte mis dos últimos meses en algo más que un
ir y venir de casa a clase y viceversa.
Es un problema generalizado de la juventud de hoy en día el no sentirse
parte de algo grande, el creer que uno está aquí sin ninguna razón.
Pasamos los días buscando satisfacer de manera inmediata nuestros deseos y
aspiraciones más banales, sin esforzarnos por intentar cambiar con nuestros
actos cotidianos el mundo que nos rodea. Y esto, en ocasiones, provoca
frustración e incertidumbre. ¿Soy realmente feliz? ¿Afectaría mi ausencia a mi
alrededor?
Quizás el problema es que nos empeñamos en pasar la vida esperando
a que llegue algo grande, aspirando a vivir grandes hazañas e historias que
contar, y esto nos impide disfrutar del presente, de la felicidad que nos
aportan las pequeñas tonterías del día a día y que consiguen que dos meses sean
algo más que un fugaz período de tiempo. Tardes con nuevos amigos, encuentros
con viejos conocidos y toda una serie de momentos que serían difíciles de
enumerar en una lista como “Cosas que me hacen feliz” pero que en conjunto
animan a que día a día uno se levante con ganas de volver a hacer ese trayecto
de casa a clase y de clase a casa.
Juan Llorente Paz. Periodismo y Publicidad 1.1
Juan me ha encantado tu forma de hacernos ver cómo es cierto que ahora simplemente nos dejamos llevar, de casa a clase y de clase a casa como tú dices, esperando un futuro mejor. Gracias por hacer ver que no es en el futuro, sino en el presente donde se alcanza la felicidad, y no a través de grandes aventuras, sino con lo cotidiano, lo que forma nuestra vida.
ResponderEliminarDafne