miércoles, 9 de enero de 2013

Extraños en la noche



La noche te invade, la oscuridad se apodera de cada rincón de este mundo, y aun así, no existe lobreguez. Sentimos el apagón de las luces, pero somos conscientes de que la ciudad sigue iluminada, las calles encendidas.

El hombre no duerme, no descansa y, temeroso del silencio,  se cuelga el cartel de “abierto 24 horas” haciendo de él un escudo soldado a su piel.
El problema es que así, ocupados, distraídos, desprevenidos ¿cómo conocernos? ¿Cómo pensar?

Recuerdo un paseo en el que me topé con esta realidad irónica, con el chiste que todos formamos. Observé el revuelo de la vida, el “non-stop” humano y pude fijarme por primera vez en la cantidad de restaurantes 24 horas, gasolineras 24 horas, bibliotecas 24 horas, fiestas 24 horas, canales de televisión 24 horas. Me eché a reír. ¿Se puede disfrutar del silencio? es más, ¿existe acaso el silencio?
Durante mi paseo, vi gente agotada y demacrada incapaz de dormir, que con tal de no tener que retirarse a sus casas con ellos mismos, estaban mal acompañados. “¡Qué más da!” “La cuestión es no estar solo”. Sí, esa es la idea que tenemos por bandera.

Somos individuos impacientes, niños pequeños necesitados de ruido para sentirnos escoltados. Drogadictos del bullicio y vividores de experiencias que sean capaces de evadirnos de la realidad para no tener que encontrarnos y así, no tener que cambiarnos.
Somos hombres que han conseguido hacer del silencio algo incómodo y  que poco a poco han ido llenando su mundo de escondites a los que poder retirarse con sus  miles de inseguridades. Siempre bajo el pretexto de que “está abierto”.Pero, ¿por qué no probar a cerrarlos un rato? ¿por qué no intentar ser valientes, apagar el universo por completo y pensar?. Nada más. ¡Héroes del mundo, lo demás vendrá solo!
Cristina Bruzon Jáudenes. Periodismo 1.1





No hay comentarios:

Publicar un comentario