Mujer: Ser contradictorio que, aun odiando San Valentín y
jurando no gustarle los regalos, es capaz de asesinar sin piedad a todo hombre
que se atreva a cruzar la puerta sin un peluche cutre, una tarjeta pomposa o una
caja de bombones hortera en forma de corazón.
La cruda realidad. Sin anestesia.
Mentiría si dijese que me gusta esta fecha, que la tengo
marcada en el calendario. Es más, siempre he sentido vergüenza ajena ante
las muestras de amor en público o
las escenas de las películas americanas en las que el protagonista contrata a
una panda de mariachis para declararse a la chica, fundiéndose entonces en un
interminable beso vomitivo.
Pero a medida que transcurre el dichoso 14 de Febrero y veo
que no me han regalado ni una mísera margarita mustia, me transformo.
Me vuelvo una forofa de San Valentín, una afiliada a “las
rosas rojas”. Muto en una amante de los osos con mensajes como “toma mi
corazón”; en una fiel seguidora de los “te amo” gritados por Bisbal y Bustamante.
Basta con enterarnos de que “el novio de la prima de mi amiga” le ha sorprendido con velas, pétalos de rosa y champagne, para
mimetizarnos con el ambiente y exigir a nuestros respectivos maridos, amantes o
novios un “San Valentín digno”. Aunque en sí, lo odiemos
Mujeres. Bombas de relojería, material radioactivo,
explosiones imparables. Una especie capaz de ser enigmática y cruel luciendo la
careta de dulce y paciente.
Bajo nuestra sonrisa cálida se esconde un depredador
sanguinario, una fiera.
Le servimos la
venganza al hombre en cualquier plato. Lentamente.
Estrategas natas; soldados de primera línea de batalla.
Rubias, morenas, pelirrojas… Todas con la misma esencia, con
ganas de pelea, con el arte de confundir.
En un día como el de “los enamorados” teníamos que hacer
honor a los genes, y desconcertar a los pobres hombres que creen tenerlo todo
“controlado”. Los cuales han salido de casa sin armadura, felices porque a sus
chicas “no les gusta esta fecha”. “¡Uff! De la que me he librado”-piensan
ingenuos.
“No si… me da
igual”-decimos mientras amasamos como panes una lenta tortura. Y me pregunto…¿
qué mejor día que el del amor mundial para hacerlo? Voilá.
Así que hombres, ya sabéis. No deis un paso en falso,
aprended a descifrar cada palabra que salga de nuestras bocas, porque todo está
pensado. No conocemos el significado de “accidental”.
Sed prudentes e inteligentes. No os dejéis confundir… y recordad que cada 14 de febrero una
retirada a tiempo, jamás será una victoria
Cristina Bruzon Jáudenes. Periodismo 1.1
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