Fue hace 17 años, quizá más, quizá menos, no lo recuerdo
bien.
Recuerdo un lazo y un pelo rubio, y una sonrisa que invitaba
a acercarme, a confiar.
Compartiendo infancia en aquel pueblo de la costa, entre
playas y barcos veleros, y compartiendo la adolescencia en la capital. Compartiendo
los problemas de cada una, los errores, los días, las noches.
He pasado años y años al lado de aquella niña, con la que me
he peleado, con la que he madurado, con la que me he reído y llorado.
Ella me ha enseñado a sonreír, a sacar el lado bueno de las
cosas, a ser feliz con cualquier cosa, ella me ha enseñado que la familia es lo
más importante y que las amigas son la familia que podemos elegir.
Ha habido complicaciones, peleas, por supuesto, como en toda
buena relación entre amigas, pero lo importante es que a día de hoy ella es la
persona en la que me apoyo, en la que confió, con la que siempre me apetece
estar.
Con la que me veo dentro de unos años tomando un café, recogiendo
hijos del colegio, haciendo locuras, como ahora, amigas, como siempre.
Ella que me ha enseñado el verdadero significado de la
palabra vivir, el sonido real de las carcajadas, los buenos silencios en los
que no hace falta nada, con ella es estar como en casa.
Le doy las gracias por haber contribuido casi completamente a
ser la persona que soy hoy, le doy las
gracias a ella, a la que es como una
hermana para mi.
Inés Aparicio
Periodismo y publicidad 1.1
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