“Fuera de mi ventana solo veo
coches veloces, motos alocadas que dejan el trafico atrás. He
aprendido una pequeña verdad, el mundo te quiere rápido para que llegues a
tiempo. Te quiere veloz para recordar solo el sonido de tu paso, y es por esto
que cuando te acuerdas que no vas a ningún lado... ahí
es cuando aceleras.”
Llegar a
tiempo. Vivimos en torno a las agujas de un reloj. Solía tener la sensación de
no saber qué hacer una tarde de un día entre semana excepto dormir y estudiar.
Dormir y estudiar. Rutinas. Parece absurdo que con 18 años este contando que
realmente me aburrían estas rutinas, me cansaban. Darte cuenta un día de que
estás malgastando parte de tu tiempo sentada en el sofá viendo una película de
George Clooney que ya te has visto 3 veces. Creo que justamente por el hecho de
tener apenas 17 años, me daba más rabia estar en esa situación.
En unos años
probablemente y si la crisis lo permite, todos estaremos trabajando. Algunos
entrando a las 8h y saliendo a las 20h. Otros tendrán más suerte y saldrán
a las 18h. Es decir, no tendremos el tiempo que disponemos ahora. Por lo que, es
el momento de vivir, de soñar, de cumplir objetivos juveniles que seguramente
con 40 años nos parecerán lo más absurdo, o al contrario, lo que marque la
diferencia. Exacto, hay que marcar la diferencia. Ser distintos al resto. Salir,
conocer sitios, gente, enamorarnos, prepararnos para el amargo o suave futuro
que nos espera por delante.
No
debemos vivir en el pasado y en las malas experiencias, hay que aprender de
ellas. El tiempo no perdona, y antes que
arrepentirnos por algo que siempre quisimos hacer pero que no llegamos, mejor
arrepentirse por lo que hicimos. Arriesgarnos más, y sobre todo luchar. Piedras
por el camino nos vamos a encontrar siempre, pero la satisfacción que se tiene
cuando alcanzamos algo con el doble de esfuerzo es mucho mayor.
Así pues, lo último que me queda
por decir es: Vive, ama, y déjate llevar.
Patricia Pajares de la Peña. 1.1