jueves, 2 de mayo de 2013


La habitación

Supongo que soy ese tipo de persona, me he pasado la vida huyendo de mis problemas, aprovechando las buenas acciones de otras personas, mejores personas, al menos admito que soy mala gente. No me engaño a mí mismo, sé lo que soy, y asumo las consecuencias, pero mientras pueda seguir huyendo de mis delitos, nunca recibiré ningún castigo, al final, solo Dios podrá juzgarme.

Nunca permanezco mucho tiempo en un mismo lugar, es demasiado arriesgado para la gente como yo, es mejor mantenerse en movimiento, pagar siempre en efectivo, no contar con nadie, no ser nadie. A pesar de todo, creo que por fin Dios ha decidido hacer algo conmigo.

Ya ha pasado una semana desde que me mudé al nuevo bloque de apartamentos de mi ciudad. Necesitaba cambiar de lugar, respirar aire fresco, las cosas se habían puesto muy tensas  en la calle para mí. Parecía que todo iba a salir bien, como siempre, sin problemas, podía comenzar otra vida y no tener que preocuparme por nada.

Pero llevo cinco días seguidos atrapado en mi apartamento, cada noche tengo el mismo sueño horrible, y lo peor de todo es que conforme pasan los días, parece más real, cada vez que me despierto, el corazón me va a mil por hora. No sé si me estoy volviendo loco, es como si mi mundo se hubiera esfumado, para ser sustituido por otro mundo de locura insana.

Mi puerta está cerrada con cadenas desde dentro, los cristales de mis ventanas parecen estar reforzados, no hay línea en el teléfono, grito y nadie me oye, ni siquiera mi vecina, a la que veo a través de un pequeño agujero que conecta mi habitación con la suya. Puedo ver por mi ventana como la vida de toda la ciudad sigue su normalidad, los coches pasan por la carretera, la gente caminando…

Hoy ha aparecido un agujero, en la pared de mi cuarto de baño, oigo voces ahí dentro, y no consigo saber su extensión, está demasiado oscuro. Creo que si llego hasta el final de ese túnel, definitivamente habré abandonado todo mi mundo, ya nada tiene sentido para mí aquí.

 Necesito respuestas, y no voy a conseguir nada quedándome encerrado en mi habitación, en esta especie de limbo, entre el mundo real y la locura. Ya no pienso volver a tener miedo de nada ni de nadie, voy  a luchar por mi vida, y voy a asumir las consecuencias de mis actos, ya no necesito esconderme, nunca más.
José Pina Balfagón
1.1 Humanidades y periodismo
 
 

 

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