jueves, 21 de febrero de 2013

El eco de lo invisible


Quizás hayáis oído hablar de mí, es más, pondría una mano en el fuego a que sí, pero, ¿de verdad me conocéis? Yo diría que no. Soy ese sentimiento de soledad o felicidad, esa carne de gallina que recorre tu nuca al son de un suspiro, soy todas esas cosas que sientes cuando introduces los casquitos en tus orejas, o cuando pulsas el botón de reproducir.

 Ahora que ya sabes quién soy, te diré que, aunque tú no lo sepas, soy la esencia principal de esta vida. A veces he sido incluso llamado como el lenguaje que hablan los dioses, otros, también han asegurado que, sin mí, la vida sería un engaño.  Porque no hay nada mejor que llorar acompañado de un piano, o sonreír al ritmo de un agudo violín. Soy el único capaz de amansar a las fieras y de enloquecer a los mansos, soy una bala que entra por el oído e impacta en el corazón haciendo que tu soledad se pueble.

Si la vida tuviera un corazón, sería yo. Porque doy nombre a lo que no puede ser nombrado y puedo mostrar lo desconocido. Soy el mejor amigo del hombre, porque soy capaz de evadirle del mundo, y mostrarle otro diferente y perfecto que se esconde dentro del ombligo de una guitarra.

Está claro ¿no? Soy el eco de lo invisible; soy la música. 


Eduardo Llandres Cons



1 comentario:

  1. Me encanta Edu, no podrías haber expresado la música de una mejor manera.
    Marta.

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