"Todo se acaba, ¿qué le vamos a hacer?... ¿Sabéis una cosa? Al final, lo único que quedarán serán canciones. Sí, este mundo está loco, en serio. Lo único que importan son las canciones. Nosotros nos haremos viejos, y feos, y gordos...pero nuestras canciones seguirán ahí... "
Así es, lo único que quedarán serán las canciones. Porque son ellas las que me hacen recordar. Porque cuatro minutos con los ojos cerrados escuchando esa canción me hace volver a aquel verano maravilloso en el que solo pensaba en disfrutar el momento con mis amigos. Hasta algún día llego a creer que es domingo y que estoy en casa de mi madre escuchando a Sabina o a Ismael Serrano con la botella de coca-cola light leyendo alguna revista. O ese día que sonaba la típica canción ñoña en la discoteca y ese chico se acercó.
Son recuerdos y también son nombres, sería capaz de poner nombre de canción a cada persona importante que ha pasado por mi vida, y aunque hayan pasado diez años, suena esa canción y de repente aparece esa persona en mi cabeza.
Es increíble la fuerza que tiene la música, es capaz de curar corazones, pero también de destruirlos. Todos hemos tenido estos momentos de masoquismo, estando en el fondo del pozo y poniendo esa canción que tanto ha significado en nuestra vida.
Las canciones me hacen volar. Son la medicina que no encontramos en la farmacia, como los libros. Algún médico debería dar menos pastillas y más cultura, más sentimiento, más emoción... que es lo que muchas personas necesitan.
Por eso en un momento de querer dejarlo todo llegó la navidad y con ella mi madre y una guitarra. Todavía no sé como agradecerle ese regalo. Hasta entonces les había resultado extraño que amando tanto la música jamás se me hubiese planteado el hecho de tocar un instrumento en 18 años (teniendo en cuenta también que mi hermano y mi padre tocan la guitarra).
Pero supongo que empiezas cuando llega el momento, y en mi caso fue en esa situación límite. Ese pedazo de madera con esas curvas tan perfectamente marcadas me llamó. Y aunque costó mucho llegar a coordinarnos ahora es mi apoyo, mi diario personal. Esas 6 cuerdas hacen que me sincere con tal solo tocarlas.
Y fijaros que yo soy más amante del piano, pero no ha llegado mi momento, supongo... Mientras tanto disfruto igual o más escuchando a amigos o desconocidos tocándolo.
Por eso en un momento de querer dejarlo todo llegó la navidad y con ella mi madre y una guitarra. Todavía no sé como agradecerle ese regalo. Hasta entonces les había resultado extraño que amando tanto la música jamás se me hubiese planteado el hecho de tocar un instrumento en 18 años (teniendo en cuenta también que mi hermano y mi padre tocan la guitarra).
Pero supongo que empiezas cuando llega el momento, y en mi caso fue en esa situación límite. Ese pedazo de madera con esas curvas tan perfectamente marcadas me llamó. Y aunque costó mucho llegar a coordinarnos ahora es mi apoyo, mi diario personal. Esas 6 cuerdas hacen que me sincere con tal solo tocarlas.
Y fijaros que yo soy más amante del piano, pero no ha llegado mi momento, supongo... Mientras tanto disfruto igual o más escuchando a amigos o desconocidos tocándolo.
Tal vez, no todos tengáis esa concepción de la música, pero a mi me hace tan feliz pensar que siempre estará ahí... Cuando el mundo esté en tu contra, o te falte alguien, jamás desaparecerán las canciones. Por eso doy gracias a todas las personas que han hecho que le de sentido a este mundo, porque de no ser por ellos sería un poquito menos feliz.
Y tú, ¿crees en la música como forma de vida?
Cristina Llamas Feliu de Cabrera
1º Periodismo
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